sábado, 2 de marzo de 2013

                                                                                               por: ALFREDO ALEGRIA ALEGRIA

                                                                                               Publicado en LUNDERO.
                                                                                               Publicacion cultural de "LA INDUSTRIA"
                                                                                               Marzo de 2002 Año 24 Nª 281



 PINTURA 


                                       Una plástica en busca de consenso 
                                                                                                                                 Alfredo Alegría Alegría

Cuando quien escribe se refiere otra vez al tema de la plástica, da la sensación de un "ritornello" que se repite y repite como si lo motivase una desazón interna, una especie de imperativo categórico. Y es que hoy en Trujillo todas las semanas hay una nueva exposición de pintura, sin contar los muchos eventos artísticos que animan el entorno cultural y mueven el ambiente intelectual de la ciudad. Las ultimas exposiciones muestran una especie de consenso, remarcando lo figurativo. Sea en los finalistas del Salón Nacional de Pintura Coca Cola, en el Banco Wiese; escultores en el Banco Continental; las muestras de Hector Suarez en el Colegio de Arquitectos y en el INC o la retrospectiva de don Pedro Azabache, también en el Wiese. A ellas se suman muestras de artistas que siguen los "ismos" contemporáneos.
Nuevamente Trujillo triunfó en el Salón Nacional de Pintura Coca Cola esta vez con Hector Acevedo. Su cuadro -semejante a la ilustración de un cuento infantil- muestra a un arcángel colonial que cae en el espacio con una mirada resignada y sin un gesto de dolor, mientras un grupo de arboles lo observan y lloran. ¿Es el hundimiento del espíritu nacional? Sin embargo, aunque el titulo de la obra es "Desesperanza", la situación es planteada como un hecho de poesía. El cuadro esta lleno de luz y no transmite algo terrible, sino belleza y melancolía. Tal vez quiera decirnos que este mundo desesperado es una prueba mas de la cual el arcángel -el país- sabrá salir triunfante en tanto y en cuanto no solo se llore por él, sino que se actúe en concertaciòn hacia su realización plena.
El resto de obras como "Autoretrato como el Libertador" de Jean Paul Zelada - segundo premio- o las imágenes urbanas del arequipeño Juan Julio Granda - tercer premio- reflejó un criterio de conciencia de que la pertinencia de la obra con el momento histórico es un criterio crucial para la obra estética. De los 17 clasificados, la abstracción estaba solo en el informalismo de Humberto Jimenez, las manchas de Russbelt Guerra o las tintas en sombra de Tania Castro. El carácter secreto, la estridencia, la exageración formal, la "novedad" como valor supremo, el supuesto universalismo como criterios máximos de calidad, quedaron relativamente de lado. Y no podía ser menos. ¿Puede en estos momentos críticos trabajarse en experimentos estéticos puramente individualistas?.
Aún así, el Salón Nacional de Pintura Coca Cola mantuvo el "academicismo" propio del sistema establecido en la plástica contemporánea. Aspecto del cual la interesante exposición de Beatriz Lopez Suarez- no fue ajena. Por eso la voz valiente no vino de los jóvenes que siguen las tendencias actuales y así creen ser aceptados por el sistema. El autentico manifiesto, aunque a muchos no les agrade, estuvo en manos de un artista a quien seguramente hoy  muchos tildarían de "tradicionalista" y "regionalista": Hector Suarez, de ya conocida trayectoria en Trujillo.
Pese a la diversidad temática el artista mantuvo un mismo espíritu:  la presentación de la realidad urbana y social, los hombres y mujeres que trabajan. Obras organizadas en una construcción de planos de color, definidos y exactos, trasuntando siempre los personajes la serenidad de una fuerza interna, una delicada melancolía, una dulce resignación. En ellas Suarez proyecta el espíritu telurico que en tantos casos se deja hoy negligentemente de lado y demuestra con la sencillez de lo objetivo y la plasticidad de los concreto, como se puede en realidad, trascender. Y a fin de cuentas ¿Por que la validez estética de los cuadros tiene que depender de que sean abstractos, surrealistas o conceptuales? ¿Por que ese temor a la belleza de la simplicidad, al desafío de la realidad, al compromiso y entrega con el pueblo?.
Suarez, rechaza participar del sistema "universalista" que hoy rige a la plástica...Su persistencia en la realidad y su cualidad de interiorizar el espíritu de las gentes humildes, lo torna en Trujillo - últimamente tan tomado por lo metropolitano- en un artista singular. Por eso sus dos muestras tienen el valor de un manifiesto. El manifiesto de un artista que asume el riesgo de presentar la realidad tal como esta es y de afirmar los valores eternos de la belleza objetiva en imágenes plásticas que nos hacen reflexionar sobre nuestra condición de seres humanos integrantes de un mundo social al cual nos debemos.
Como en respuesta, siguió una exposición de jóvenes pintores de la ESBAT con obras caracterizadas por la estridencia. Pero entre ellas destacaba un solitario cuadro - fuera de la técnica del grupo- en el de que una canasta se derrumban flores. Y es que no se necesita gritar y exagerar- sin justificación- para  proyectarse. Los artistas jóvenes olvidan con frecuencia que no crean para si mismos, sino para un publico ávido de recibir mensajes auténticos. Y el mensaje de belleza de esas flores sencillas era mucho mas poderoso que cualquiera de las imágenes distorsionadas o fantásticas que se proponían allí.
Y finalmente, la exposición retrospectiva de don Pedro Azabache, patriarca de la plástica trujillana y único de los indigenistas sabogalinos en vida. A pesar de un inadecuado montaje, quedo claro el sentido esencial del color como elemento plástico. Azabache es color, es fuerza, es raza, es orgullo nativo. Si, su estilo es regionalismo, pero un regionalismo que recrea un mundo ideal que va mas allá de la campiña: al sublimarla la convierte en poesía. Al plasmar la imagen  de un pasado ideal que no quiere resignarse a morir, refuerza nuestra capacidad de mirar hacia el futuro. Este futuro ha empezado ha diseñarse con las obras simbólico sociales de Juan Peña Reyna, pero también con el énfasis experimental en la simbiosis entre abstracción y realidad en Robert Corcuera, los planos místicos de Marco Espejo y los colores de Karen Pomez. Todos ellos exponiendo en la Alianza Francesa en muestras individuales.
Empieza el año con un punto de partida: la belleza de la tierra y la fuerza del hombre peruano, el sentimiento trágico de la vida humilde que nos rodea, la persistencia en la creación simbólica dentro de valores de identidad. Y si en la política la palabra de moda es el consenso, el ideal sera la concertacion de lo nuestro y de lo moderno en los artistas jóvenes. ¿Llegaremos a romper los moldes homogeneizadores que impone la globalizaciòn. Entre tanto Trujillo se nutre de color, lineas y de formas.